Mi negro pasado, de Laura Esquivel
En esta novela se explora cómo la genética nos puede condicionar y llevar nuestras vidas por caminos que nunca sospechamos. Esto es lo que le sucede a María, la protagonista, que está emparentada con las mujeres de Como agua para chocolate. Su abuela es sobrina nieta de Tita y depositaria del legado de las recetas de esta, de manera que a lo largo de la historia podemos ver cómo la pasión que sintió Tita es trasladada a estas mujeres para que puedan dirigir su destino hacia esa felicidad que tanto ansían. Lucía y María son dos mujeres que representan distintas generaciones, pero que por circunstancias de la vida se reencuentran para despertar aquellos fantasmas familiares que les han impedido mantener una relación de nieta y abuela fluida.
María simboliza la mujer moderna, independiente, trabajadora, que un día se casa y tiene un hijo, hecho que desencadena todo tipo de reacciones debido a algo tan simple como es el color del órgano más amplio que poseemos: la piel. La piel es apariencia, aunque también esencia de lo que somos y eso es quizás lo que nos viene a trasladar este relato. La piel puede avisar de nuestra edad, al igual que de nuestro origen genético. Por la piel sentimos y a través de la piel los demás se informan no solo de nuestro origen y edad, sino también de nuestras emociones. Esa relevancia que adquiere la piel es el motivo que lleva a Horacio, bebé de María, a ser rechazado por su padre, quien incluso al proponérsele hacer una prueba de paternidad, se niega a aceptar la realidad de que puede tener un hijo negro. No obstante, la protagonista, tras asistir al funeral de su madre por una cardiopatía, se refugia en la hacienda de su abuela, heredada de su madre Esperanza, hija de Rosaura, hermana de Tita. Allí es donde se da cuenta de que hasta el momento no se había preocupado de que la clave de lo que uno desea puede encontrarse en lo inesperado, como detalles tales como una buena comida con ingredientes naturales o una tarde tranquila observando la naturaleza junto a su bebé. Así, se reflexiona cómo en el mundo moderno la maternidad no es disfrutada o vivida en profundidad debido al ruido que nos rodea en la ciudad, siempre con prisa y ansiedad por seguir teniendo éxito profesional. No obstante, María, con su abuela, lo que aprende es que en este mundo moderno las personas siguen viviendo de las apariencias, al igual que en el pasado; por lo que no se ha cambiado tanto como se cree. Si a principios del siglo XX Tita vivió un romance prohibido y fue juzgada por ello, en el siglo XXI se sospecha de la infidelidad de una mujer hacia su marido por muy poco, como es ese capricho genético que es el hijo de María, quien está emparentado con aquel hijo que tuvo Gertrudis, que también nació negro, desvelándose el secreto guardado bajo llave de la madre de Gertrudis. Con esto, se nos muestra cómo a la mujer se le suele valorar muchas veces por su lealtad, incluso sin tener pruebas, aspecto que une a María con sus antepasadas y, en concreto, con su abuela, quien tuvo que atender a su marido aun estando gravemente impedido y no solo no fue valorada por ello, sino que fue acusada por la familia de una infidelidad infundada, proclamada por la rabia de un marido rabioso y ensombrecido por la enfermedad.
Por todo ello, en esta novela María contrasta dos formas de vida, pero también dos formas de amar al conocer a otro hombre una vez abandonada por un marido que se niega a aceptar una realidad complicada a sus ojos y los de la sociedad. Su dilema será, por tanto, escoger entre lo que la sociedad espera de ella: tener una familia; un marido, aunque solo se preocupe de sí mismo; un trabajo en la gran ciudad… O dejarse llevar, reviviendo y resucitando el saber de sus antepasados en el campo, amando a un hombre que puede demostrar más que el mismo padre de su hijo. Asimismo, en esta novela corta se incide en la necesidad de desvelar misterios familiares y perdonar no solo a los demás, sino también perdonarnos a nosotros mismo por los errores que nos achacamos o las culpas que recaen sobre nuestras conciencias muchas veces por malentendidos.