El libro de la semana

Retrato en sepia, de Isabel Allende

Aurora del Valle a principios del siglo XX, con treinta años, es una mujer independiente hasta donde puede serlo una mujer chilena de aquella época. Es fotógrafa, oficio innovador en los inicios del nuevo siglo, y puede decir que ama y se siente amada. No obstante, necesita relatar con palabras su historia y lo hace a modo de crónica familiar para encontrarse a sí misma y revelar secretos que trascienden su individualidad retratando toda una época de configuración de la identidad americana.

Aurora desde los cinco años ha sido criada por su abuela, Paulina del Valle, mujer de negocios, quien junto a su marido, Feliciano, funda un imperio de exportaciones de Chile a California conservando los productos en hielo, técnica bastante innovadora para ese tiempo. No obstante, a Paulina siempre le faltó una hija, puesto que en su hogar, hasta la llegada de su nieta, solo había vivido con varones: un marido, que además no la satisface al serle constantemente infiel e ir regando de bastardos el continente americano, lo que era muy frecuente en ese momento de corrupción moral y social, y tres hijos, uno de los cuales, Matías, parece haber heredado de su padre la ausencia de ética. Como contrapunto de los hombres de la familia de Paulina se encuentra su sobrino Severo, quien destaca por sus dotes de abogado, pero también de militar, combatiendo heroicamente en la Guerra del Pacífico, carnicería que le sitúa al borde de la muerte. Severo y Matías son hombres importantes para configurar la memoria de Aurora; de ambos sale su origen: de uno toma la sangre, de otro el nombre. Aurora con su relato materizaliza su retrato en sepia, puesto que la luz total no la encuentra, puesto que su vida antes de los cinco años es un misterio que va descubriendo a lo lago de su infancia, adolescencia y juventud, siendo aportada por distintas fuentes. Así, nos muestra cómo los recuerdos nunca son del todo nítidos, pues quien los posee los adapta a sus emociones, las cuales poseen un color diferente según el tiempo que haya pasado y las circunstancias futuras. Esas emociones en Aurora son sueños recurrentes de muchachos en piyamas negros corriendo, mientras que constantemente se pregunta quién fue su madre y cuáles son sus orígenes maternos. Su madre, Lynn Sommers, hija de Eliza Sommers y Tao Chi’en, no era bien considerada en la sociedad chilena, puesto que sus padres solo estaban casados según el rito budista (matrimonio no oficial civilmente) y estaban condenados a vivir en el gueto de Chinatown en California, único lugar donde podían ser respetados dadas las habilidades curativas de Tao y su contribución a la medicina oriental. De ese condicionamiento social salió el oscurantismo en torno a sus orígenes maternos. Paulina, al enterarse de que va a ser abuela no por boca de su hijo, sino por el testimonio de su sobrino Severo, quien conoce la ausencia de todo tipo de valores de su primo, no se plantea hacer recapacitar a su hijo para reconocer a esa niña, sino que a pesar de su deseo de tener una niña en su familia, lo deja pasar, incidiéndose así en la importancia que esta mujer otorga a las apariencias, la consideración social, es decir, los valores burgueses de la «buena» sociedad chilena con negocios en California. Es el destino y el impulso de amor quienes provocan que Aurora sea una del Valle. Severo ama a Lynn Sommers y no le importa la ceguera de amor de esta hacia Matías, pues decide casarse con ella a pesar de que en su vientre se esté gestando un hijo que no lleve su sangre. La locura de amor de esos personajes origina el nacimiento de Aurora, quien al igual que su madre y su abuela, también se puede decir que es hija de la fortuna, de la suerte, del amor y la pasión, con sus consecuencias en forma de frutos inesperados. No obstante, la tragedia se cierne sobre el matrimonio chileno-chino y Aurora, realmente, Lai-Ming, acaba siendo entregada a Paulina del Valle, quien sí que la había reclamado anteriormente en una ocasión, pero una vez que ya tiene el apellido del Valle gracias a Severo.

En la novela se destaca con mucho ímpetu el contraste entre la búsqueda de la libertad y la identidad y la necesidad de seguir unos valores burgueses y conservadores que no conducen a la felicidad, sino a la represión. Así, Paulina solo reconoce a su nieta una vez que tiene el apellido del Valle, a la vez que prefiere nombrar como artritis la enfermedad que sufre su hijo Matías en París, en vez de darle el verdadero nombre: sífilis. Esa necesidad de ser tratado respetablemente en la sociedad también les lleva a las mujeres a contraer matrimonios inconvenientes e irremediables, como es el de Aurora con Diego Domínguez, perteneciente a una familia seguidora de las más conservadoras tradiciones chilenas. Este matrimonio auspiciado por la ambiciosa Paulina del Valle llevará a su nieta a la tristeza, la frustración y la desesperación. No obstante, finalmente, la fuerza de la protagonista para sobreponerse a las adversidades y el impulso de progreso vital, le hará salir del hogar matrimonial y fundar una nueva vida, tal y como se nos muestra que también hicieron sus antepasadas, como es el caso de Eliza Sommers, quien finalmente le revela los secretos más recónditos de su familia y la importancia de valores como la justicia y la lealtad. De esta manera, Aurora es fruto de valores muy contrapuestos, encarnados en distintas personas (Tao, Eliza, Lynn, Matías, Severo, Paulina), pero muy relevantes para que la protagonista los distinga y los tome como modelo positivo o negativo de comportamiento; pues así es como cada ser humano configura su personalidad, conociéndolo todo y sabiendo separar lo bueno de lo malo, lo correcto de lo incorrecto.

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