Hija de la Fortuna , de Isabel Allende
Eliza Sommers nació de la fortuna. Sin saber realmente su origen es adoptada por los hermanos Sommer, ingleses que, trabajando para la marina británica, residen en Chile. Rose ha sido educada como burguesa en el terreno moral y económico y tal educación es la que intenta inculcar a su pupila Eliza, mientras que la misma Rose se rebela contra esas mismas convicciones en su vida privada; pues vive todavía del recuerdo de un antiguo amante con el que se fugó para conocer la pasión. De ese amor, del que despertó de un golpe al comunicarle su hermano que su amante era realmente un hombre casado, solo quedó la fantasía e imaginación que plasma en diversas novelas eróticas que su hermano John publica de forma anónima en Londres. Así, se juega con las apariencias, ya que mientras que la familia Sommers busca guardarlas debido a la conservadora sociedad chilena, sus miembros tienen debilidades como cualquier ser humano. Rose tiene sus particulares secretos y su hermano John también. No obstante, la vara para medir los secretos de una mujer es mucho más larga que la que se utiliza para medir los de un hombre.
Eliza Sommers representa la lucha por un amor ideal, ilógico, irracional, es decir, lo que tradicionalmente se ha considerado la locura romántica. Con la perspectiva que la edad adulta confiere, puede resultar algo ridículo. Sin embargo, en la novela se nos expone la evolución psicológica de Eliza, que pasa de la búsqueda de ese ideal de felicidad, corriendo todo tipo de riesgos viajando oculta en un barco, al encuentro de un amor puro, correspondido, que por lo que tiene de real resulta verdadero. Pero en esta vivencia del amor, como no podía ser de otra manera tratándose del siglo XIX, influyen mucho esos condicionamientos sociales que tanto turbaron a sus antepasados. Al igual que Rose vivió una pasión ilícita, Eliza también hará lo propio con un muchacho marcado por la ambición. Eliza experimenta una ceguera, reconociendo tras su periplo a California buscando a ese hombre, que lo más probable es que estuviera enamorada del amor, de la idea, de algo intangible, no de la persona de carne y hueso que es Joaquín Mundieta. Por su parte, este personaje masculino representa para Eliza lo mismo que para los californianos: el bandido. De ahí, la confusión de Eliza en lo que busca, que puede ocultarse bajo cualquier sombrero o capa. Ese supuesto bandolero misterioso, tras plantar la semilla de la discordia representa un peligro tanto para California, en lucha contra los mexicanos, como para Eliza, en lucha contra ella misma y la sociedad que le lleva a ocultarse también.
Como contrapunto, Tao, un chino que recorre medio mundo y representa la sabiduría del mundo oriental en contraste con la ambición de los hombres chilenos que ambicionan el oro californiano en la época de la fiebre del oro, se encontrará con una Eliza perdida a la que salvará la vida. La acompañará en su evolución vital para plantar la semilla en ella, en principio del conocimiento de ella misma y de un entorno en el que tiene que sobrevivir de distintas maneras; en segundo término, de un nuevo camino que pueden recorrer juntos una vez que ella se desprenda de la mochila del amor frustrado y nunca vivido en plenitud. Tao también ha sufrido por amor, pero desde la serenidad se ha sobrepuesto a la ausencia de una amada arrebatada por la muerte, no por la ambición mundana como el amante de Eliza.
De esta manera, en esta novela no solo se relata la historia de un amor contrariado y el sufrimiento de una joven por dicho desamor, sino el retrato de América en una época en la que empezaban a llegar personas de lugares tan diversos como Reino Unido, China…, contribuyendo a la multitud de visiones del mundo. No obstante, se nos muestra cómo occidente tiene más poder sobre todo lo que considera indígena y, por tanto, susceptible de someter. De ahí la fortuna paradójica de Eliza Sommers, quien nace del sometimiento de una chilena y germina debido al secuestro de Tao. Sin embargo, la fusión de ambos mundos aún estará lejos de ser aceptado socialmente, como se verá en la continuación de esta novela, Retrato en Sepia.